5 jun 2024

Los evitales o... cuestión de responsabilidad

En los últimos meses he realizado 300 horas de prácticas en un hospital veterinario. Estas prácticas forman parte, junto con las 350 horas de teoría, del curso formativo para ejercer como Auxiliar Técnica Veterinaria (ATV) en un centro de salud animal.

Durante estas horas de formación he podido ver y asistir a numerosas intervenciones veterinarias como pueden ser:



extracciones de sangre, radiografías, ecografías, controles de glucosa, controles de las constantes vitales (temperatura corporal, frecuencia cardíaca y frecuencia respiratoria, estado de las mucosas, presión arterial), e intervenciones quirúrgicas, entre otras, que me han permitido conocer una amplia muestra de lo que viene a ser la normalidad del día a día en un hospital de referencia en la comarca.

Prevenir forma parte de la responsabilidad de los tutores


De normal soy una persona muy observadora (¿será mi sentido científico?) y a lo largo de estas semanas he podido hasta disfrutar de serlo con mucha más intensidad. Y también, el observar, me lleva a cuestionarme en muchas ocasiones, si todo aquello que estoy viendo me llama la atención por la novedad en sí misma o porque realmente son situaciones sorprendentes o fuera de lo habitual.

 

Soporte emocional en todo momento

Soporte emocional en todo momento


Así, he presenciado muchas historias diversas de gatos y perros y algunas, en concreto, que me han sorprendido especialmente. ¿Por qué? Pues porque son historias que de haberse gestionado correctamente (y ésto implica y significa con responsabilidad por parte de los tutores) desde el inicio o la detección de los síntomas se habrían podido evitar, con lo que esto comporta de gasto económico, tiempo y sobre todo el sufrimiento del animal.

 


Intervenciones quirúrgicas como única opción


*Evitar significa “impedir que suceda”, y ésto, en la práctica representa un ahorro de sufrimiento silencioso y estresante del animal que casi siempre conlleva efectos colaterales y además un ahorro económico al tutor, así de sencillo.

 

El hecho de convivir con un animal de compañía (ya sea perro o gato) no debería quedarse en el sólo hecho de alimentar e hidratar al animal, pasearlo, jugar con él, dormir con él y decir (como suele ser muy habitual), “vive mejor que nosotros” o “es el rey de la casa”. Hay algo más y es el hacerle un seguimiento de su salud física y emocional para asegurarse que realmente el animal vive como un rey y no tiene ninguna carencia en referencia a su salud.

 

Todo esto se traduce en mantener unas revisiones veterinarias anuales, desparasitación (interna y externa), vacunación, y mucha, mucha, observación del día a día para poder tener perfectamente controlado el estado físico del animal de compañía. Si de normal lo tienes “observado” o controlado te va a ser mucho más fácil detectar cualquier alteración o cambio que detectes de esta normalidad.

 

¿Qué son los “evitables”?

1)Han llegado animales con parásitos evidentes en su piel que se han detectado en la rutinaria manipulación para una extracción sanguínea. Falta de desparasitación periódica.

2)Han llegado animales con piezas dentales en un estado lamentable de suciedad de años de carencia de revisiones. Falta de controles periódicos.

3)Han llegado animales que sufren de obesidad y/o sobrepeso que derivan en multitud de patologías colaterales como son la hipertensión, los problemas cardíacos, la diabetes entre otras y que resultan de difícil gestión (animales que no toleran bien su manipulación) o que sólo por tener cuidado de su alimentación y ejercicio físico se hubieran podido evitar.

 

La obesidad puede provocar diabetes


4)Han llegado animales con heridas, abscesos (o similares) o infecciones internas (otitis, cistitis, etc) que llevaban días de evolución y que han acabado produciendo malformaciones locales graves. Falta de observación diaria de su conducta o contacto con el animal.

5)Han llegado al hospital animales con masas o “bultos” (de diferentes tamaños) que no aparecen en uno o dos días, ni siquiera en una o dos semanas y que demuestran una falta de preocupación por la salud de nuestro compañero. Una visita a tiempo hubiera evitado: intervención quirúrgica, hospitalización y a veces situaciones de mal pronóstico (eutanasia).

 


Cuidar de los pequeños detalles ayuda la recuperación


6)Han llegado animales con insuficiencia respiratoria grave de días de evolución. De haber actuado antes no hubiera requerido posiblemente la hospitalización y algunos de los tratamientos farmacológicos invasivos suministrados.

7)Han llegado animales con dificultades para caminar (cojera) de una evolución de días (o incluso semanas), que desgraciadamente han acabado requiriendo intervención quirúrgica y hospitalización. Falta de consulta previa en la detección rápida del cambio de movilidad del animal.

 


Rotura de huesos y grandes soluciones

 

8)Han llegado animales con serios problemas en los ojos de larga evolución y que han requerido la enucleación (extracción del globo ocular) como única alternativa. Falta de consulta previa.

9)Han llegado casos de perros atropellados o con importantes heridas de mordidas porque iban de paseo sin atar y por falta de control del tutor no han estado a tiempo de evitar el atropello o el ataque al otro perro (el que iba bien atado) con la consecuente gravedad de las lesiones.

10)Han llegado gatos víctimas de una caída desde su vivienda por la falta de medidas de seguridad con estructuras de protección en ventanas, balcones o terrados. (El mal llamado “gato paracaidista”, que no es otra cosa que un gato que ha perdido el control y se ha desplomado al vacío).

11)Han llegado gatos con acceso al exterior (vida outdoor) que han sido víctimas de multitud de accidentes (ataque de perros, envenenamiento, desgarro de alguna extremidad, atropello, etc.) perfectamente evitable si se cambiara el régimen de su vida por la de interior.

 


Control de constantes vitales en UCI


Podría seguir enumerando un sinfín de casos que a diario llegan a la mayoría de centros veterinarios del territorio.

 

Con esto sólo quiero constatar que muchos de estos ejemplos se podían haber evitado o, en el peor de los casos, se podrían haber resuelto mucho más fácilmente y con mucha menos repercusión económica y emocional de existir una planificación previa.

 

En resumen, los evitables quedarían muy reducidos si los tutores tomaran consciencia de la responsabilidad que implica tener en sus manos el cuidado de un animal de compañía. Todo aquello que pueda incluirse en una planificación de visitas, controles y revisiones periódicas quedaría excluido de la imprevisibilidad de la visita de urgencia, pruebas de diagnóstico complejas y caras y en muchas ocasiones el ingreso hospitalario de observación, para resolver en quirófano, o incluso eutanasias inevitables.

 

Realmente, es mucho más sencilla y económica la prevención que la inacción. El evitar requiere de responsabilidad e implicación, de mantener unos cuidados físicos que pasan por mirar, tocar y observar a nuestro animal diariamente y comprobar que no haya cambios que nos pasen por alto y que puedan derivar en algún perjuicio para él.


Como especialista en etología puedo asegurar que la simple observación de sus comportamientos habituales puede ser de gran utilidad para detectar con mayor antelación signos de falta de salud o indicios de alguna patología que, de no ser detectada a tiempo, conlleva un más difícil abordaje y en consecuencia su recuperación posterior.

 

Si eres tutora de un gato o un perro recuerda que en etología y en veterinaria la prevención es la mejor herramienta para evitar problemas de salud mental y emocional. Tu animal te lo agradecerá.





 

 

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