Después de casi 4 años de ejercicio profesional y de haber resuelto numerosos casos de problemas de conducta en familias gatunas, he detectado que hay una gran confusión en el concepto de “gato socializado”. Utilizamos el concepto
de
socialización en gatos muy alegremente y además de manera errónea.
Se considera que un gato está socializado cuando durante su periodo de socialización o sensible (que abarca desde las 2 semanas hasta las 7 ó 9 de vida) ha recibido una serie de aprendizajes que incluyen mucho más que el dejarse tocar y jugar. Existe un programa o protocolo muy completo de acciones, situaciones y emociones (dispongo de una asesoría al respecto) que se recomienda que afronte de forma tranquila, espontánea y positiva un gatito para asimilarlas con efectividad para considerarlo bien socializado. Este periodo representa un proceso muy importante y constituye una etapa crítica de su desarrollo ya que condiciona en gran medida el comportamiento del gato cuando sea adulto.
“… este periodo planta los
cimientos de toda su vida social futura” (J. Bradshaw)*
Se ha observado que los gatos socializados en el momento adecuado y de forma completa tienen menor probabilidad de que presenten problemas de comportamiento en el futuro porque han aprendido cómo reaccionar y gestionarse emocionalmente frente a esos estímulos y situaciones determinantes. También hemos de saber que en el carácter o temperamento final del gato interviene una parte genética ya que gatitos que han tenido padres miedosos y no socializados heredan en parte estas condiciones.
Por
lo tanto, este aprendizaje esencial que recibe de la convivencia con su
madre y hermanos, junto a las condiciones del entorno y de la relación con los
humanos, lo “protegerán” (para decirlo de alguna manera) en su etapa adulta y
le proporcionaran las capacidades para superar diferentes situaciones y se evitarán
ciertas expresiones o conductas limitantes como son: la poca adaptación
a los cambios, miedo a ruidos y/o personas, poca tolerancia al contacto, conducta
alterada de rascado, conducta alterada de juego, falta de hábitos de higiene, escasa
relación social, entre otros, que afectan su bienestar y calidad de vida.
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Socializar un gato va más allá de que acepte caricias |
Una de las conductas que los tutores detectan con facilidad es el cambio rápido (o imprevisible) de su gato entre pedir caricias y acabar con un mordisco. Muchos tutores dicen que su gato es bipolar. ¿Qué sucede? Estos gatos presentan, lo que se llama, una baja tolerancia al contacto y rápidamente rechazan nuestra interacción. La intensidad de la mordida es fuerte (no aprendieron en sus juegos de bebés) y nos acaban haciendo daño. Tampoco saben reaccionar delante de esta situación que los incomoda (no aprendieron de su madre o hermanos) y el resultado es una reacción de frustración por una incorrecta gestión de sus emociones. Por lo tanto, estamos delante de un ejemplo de gato poco o mal socializado. (Aunque también, en algunos casos, hemos de considerar una posible manipulación poco acertada o incorrecta por parte de sus tutores).
“La personalidad de los gatos se
ve profundamente afectada por lo que aprenden cuando son muy pequeños. (…), los
desafortunados que padecen un estrés prolongado en sus primeras semanas de vida
pueden llegar a tener problemas emocionales y cognitivos duraderos.” (J. Bradshaw)*
Lamentablemente, en la realidad, son pocos los gatitos que han pasado de forma correcta por este aprendizaje tan temprano. Precisamente, la mayoría de gatos que sufren conductas molestas y de convivencia (los que llegan a mi asesoría), tienen en común el no haber vivido su etapa sensible con todo el abanico de posibilidades necesarias.
Entonces ¿puede un gato adulto recuperar aquello que no tuvo en su infancia?
Para entenderlo mejor: el gato de 1 año equivale a un adolescente de 15 años y el gato de 4 años equivale a una persona de 32 años
Por mucho que nos pese, la respuesta es no. Y esto se debe a que la percepción del entorno que tiene el gatito cambia completamente a la percepción de cuando ya es adulto y las capacidades cognitivas existentes en las primeras semanas ya no son las mismas que de adulto. Es decir, ha perdido la oportunidad.
“El cerebro social del gato
cambia de repente a las ocho semanas, y alterar sus inclinaciones sociales
básicas después de ese momento es normalmente imposible”. (J. Bradshaw)*
Llegados
a este punto, ¿qué podemos hacer con los gatos ariscos, bruscos o
miedosos? ¿está todo perdido? De ninguna manera. Les podemos facilitar
un entorno y una interacción lo más adecuados posible a su personalidad o
temperamento poco sociable para suavizar ese carácter que ha adquirido y hacerle
más fácil la gestión de sus emociones. Podremos subsanar ese déficit si identificamos
los límites de nuestro gato, por ejemplo conociendo a qué le tiene miedo, observando
el nivel de contacto que tolera, conociendo las reacciones que presenta
(esconderse, huir, bufar, agredir, etc.) en situaciones cotidianas. De esta
manera podremos trabajarlo con pautas y protocolos concretos específicos en
cada caso, que ayuden al gato a que sea más llevadero aquello que le genera
esas emociones negativas (miedo a personas, miedo a ruidos, mordidas fuertes en
el juego, estado de alerta constante, inseguridad, desconfianza, etc.). Si lo
gestionamos correctamente lograremos que el estrés, ansiedad y frustración
le sean lo más pequeñas posibles o incluso llegar a evitarlas por completo. Para
conseguir esto es recomendable contactar con una profesional de la conducta
felina que indicará lo más adecuado para cada gato y familia. Para estos casos
dispongo de asesorías con pautas y recomendaciones con esta finalidad.
Muchos
tutores, para definir la personalidad de su gato dicen: “es que mi gato es “muy
suyo”, refiriéndose, en la mayoría de las ocasiones, al típico perfil de
gato poco socializado.
Por lo tanto, queda claro, que el concepto socializar a un gato, desde la visión biológica y etológica, pertenece a la etapa más temprana de la vida de un gato (2ª-9ª semanas de vida), antes de que empiece su período juvenil. En adelante, cualquier enseñanza no será socializar propiamente dicho.
Para estos casos nos podremos ayudar de técnicas de
aprendizaje como la habituación, la desensibilización, el condicionamiento
clásico, que serán un complemento útil para mejorar la relación del gato
con su familia.
Así pues, si tu gato:
- se esconde con las visitas
- te muerde con fuerza cuando jugáis
- tiene pánico a ruidos fuertes
- le afectan negativamente las novedades o los cambios
- no tolera a penas las caricias
- muestra agresividad hacia sus compañeros gatunos o hacia la familia
debes saber que probablemente un motivo sea haber vivido una etapa de socialización incorrecta, incompleta, o nula; y en muchas ocasiones, unido también a un destete precoz (separación de la madre antes de cumplir las 6 a 8 semanas), hecho que afectará negativamente al desarrollo emocional y de relación social.
Por todo esto deberías ayudarlo a sobrellevar esas situaciones mencionadas con la menor dosis de estrés posible. La solución pasa por informarse debidamente, en fuentes contrastadas, y buscar el consejo de una profesional cualificada en etología felina que haga un diagnóstico preciso de la conducta alterada. Así podrás trabajar adecuadamente los déficits que tiene tu gato (que no siempre los presenta todos ni con la misma intensidad) y evitar en gran medida estas conductas "molestas" que perjudican la convivencia en casa.
Puedes consultar mis asesorías preventivas y/o de mejora en mi
blog, en relación a la socialización de gatitos y para gatos
adultos poco socializados.
“Si el gatito tiene que ser
criado con biberón, no aprenderá lo que es ser un gato, y todo su desarrollo
social y cognitivo puede verse afectado”. (J. Bradshaw)*
Está comprobado (estudios por expertos en la materia), que entre el 70 y el 80% de los gatos domésticos que viven en familias sufrirán en algún momento de la vida un problema de conducta o de convivencia. Ya que por desgracia para todos, son más los gatos con poca, mala o nula socialización que los que realmente se socializaron a tiempo y bien. Esa es la realidad y es nuestra responsabilidad como tutoras poner solución para disfrutar de una convivencia sana, respetuosa y de calidad con nuestros gatos.
Y si reconoces alguna de estas señales en tu gato, piensa que son muchas las familias que conviven con gatos que no tuvieron las experiencias adecuadas durante su etapa de socialización... Pero hay formas de mejorar su calidad de vida.
Verás que en etología y en veterinaria la prevención es la mejor herramienta para evitar futuros problemas de salud física y emocional que perjudican la relación con tu gato.
Como profesional de la etología felina puedo ayudarte con pautas concretas adaptadas a vuestro caso. Contacta conmigo y empieza a entender y acompañar a tu gato desde hoy, ayudándole a superar las limitaciones que tuvo de bebé.
Si tienes cualquier duda o inquietud puedes
contactarme como te resulte más fácil (teléfono, correo electrónico, Instagram)
Siempre al servicio de los gatos.
*“En la mente de un gato” (J. Bradshaw, zoólogo en la Universidad de Bristol).
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